La Guitarra

“¡Osti que chulaa..!¡Déjamela, déjamela! Mira como toco… “. El amigo de mi padre ha traído una guitarra a casa y no puedo quitar los ojos de ella. Me fastidia mucho que mamá me diga que la voy a romper; o a “safinar”, sea lo que sea eso. Yo quiero tocar como él. Como los músicos de la tele. Como Melendi. Como Austin Moon….

Agarro el palo largo y agito mi mano en las cuerdas. Suena a rayos pero yo me imagino que soy el roquero más brutal. Si me dejaran me tiraría por el suelo moviendo mis dedos frenético. Haría un solo de guitarra impresionante, pero cuando lo intento las malditas cuerdas suenan “Tump, tump, cling, tong”…

Mamá y papá comentan con su amigo sobre mi. Mientras el amigo dice que es fácil aprender, que podría dedicarme a la música y que no soy demasiado joven, mamá le suelta lo de siempre: que si “quita, quita, que luego se cansa y nos queda ahí el trasto de la guitarra”, que si “no es más que una tontería, mañana se le ha olvidado”, que “a ver si la va a romper, que son cosas delicadas ¡Si vieras sus juguetes..!”. Jo, lo de siempre. Pero no es verdad, ¡yo quiero aprender a tocar! ¡Yo soy mayor!

Esta mañana he visto un cartel en el cole de clases de guitarra y en cuanto ha venido papá a buscarme se lo he dicho, que me apunte, que yo quiero, “ya verás papá, te prometo que no lo dejo, de verdad…”. Me ha dicho lo de siempre que “Ya veremos”, pero después ha comentado que le parecía que en el pueblo había una vieja de su tio y que a lo mejor valía…

#primaria